Este hombre, había disparado mortalmente a dos personas y herido a dos más la madrugada del sábado, se acercó primero a una estación de bomberos. Desde allí, llamó a una comisaría, pero la operadora le dijo que ningún coche de patrulla iría a arrestarle, no había efectivos disponibles.
Sobre 1.30 de la madrugada del pasado sábado, una fiesta
en un barrio residencial de Detroit (EEUU) acabó en un tiroteo que le costó la vida a dos de los
asistentes y dejó gravemente heridos a dos más. Menos de dos horas después, el
responsable de los disparos, un hombre de 36 años, se decidió a entregarse
a las autoridades. Sin embargo, no le resultaría nada sencillo.
Primero se acercó a una estación de bomberos. Allí
escucharon su historia y le instaron a llamar por teléfono a la Policía para que un coche patrulla le recogiera y le
llevase a comisaría. Con lo que no contaba el presunto asesino es que, después
de explicar su situación, la operadora le diría que no tenían unidades
disponibles para arrestarle porque estaban “demasiado ocupados” en una
situación “de mayor prioridad”.
Según cuenta el diario
‘Washington Post’, ante tal respuesta, el pistolero abandonó el
parque de bomberos sin que sus trabajadores, atónitos, pudiesen hacer nada para
impedirlo. El sospechoso se encaminó entonces directamente a la comisaría
del distrito 10 de Detroit a confesar su crimen.
Contó cómo, en medio de una disputa, sacó un arma y
disparó contra cuatro personas y huyó del lugar de los hechos en su coche. Dos
varones –de 23 y 37 años– resultaron muertos, mientras que otros dos hombres
–de 19 y 34 años– se encuentran en estado crítico. Tras escucharle, los agentes
instaron al sospechoso a tomar asiento en la sala de espera. Sólo tras
comprobar la veracidad de su historia, horas más tarde, procedieron a
detenerle.
Caso bajo investigación
Este caso es un ejemplo más de cómo el departamento de
Policía de Detroit se ha visto superado por la escalada de delincuencia
provocada por la crisis económica. La otrora capital del motor de EEUU es
una de las más golpeadas por el paro y las dificultades financieras.
El jefe del cuerpo, Ralph GodBee, ha confirmado que “los
mecanismos para detener al sospechoso no han funcionado correctamente” y
anunció que se abrirá una investigación para determinar “por qué no había
agentes disponibles” para detener a un asesino confeso.
GodBee también ha reconocido las dificultades por las que
pasan los agentes, que durante el último año han visto su salario reducido
en un 10% y su jornada laboral aumentada hasta 12 horas por turno.
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